jueves, 12 de diciembre de 2013


VIOLENCIA DE GENERO + FIBROMIALGIA = UNA REVOLUCION NARANJA Y AZUL.

La fibromialgia no es sólo una enfermedad,  esencialmente es un caos por descifrar. De los centenares de casos de enfermas que he conocido y  escudriñado buscando “pistas”,  la inmensa mayoría  refiere  un hecho puntual: en algún momento de su vida han padecido  –ó siguen padeciendo- violencia de género.  Así que comencé a indagar. Y efectivamente, la OMS habla  de un vínculo, una relación causa-efecto, entre haber padecido violencia de género y el impacto a nivel del cuerpo físico. Un hecho que llama la atención,  es la contundencia en su lenguaje.   Es decir, no habla de que es una suerte de hipocondría, flojera  o chaqueta mental (así lo ha definido la “vox populi”), que nos inventamos las enfermas.
Nota descriptiva N.° 239
Noviembre de 2012 
Consecuencias para la salud
“La violencia de pareja y la violencia sexual producen a las víctimas supervivientes y a sus hijos graves problemas físicos, psicológicos, sexuales y reproductivos a corto y a largo plazo, y tienen un elevado costo económico y social.

Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general. En algunos casos se producen traumatismos, a veces mortales.”

Ha concluido   el período  de activismo con motivo del Día para  la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.  Diversas campañas   visibilizaron  la problemática.  Pero   ¿por qué no se habló  en ningún escenario de una enfermedad con una indiscutible base biológica,  que es una consecuencia casi natural y que vá in crescendo a decir de las cifras nacionales e internacionales?  ¿Por qué  mantenerla  acallada y   negar  las irreversibles consecuencias de haberla padecido?  La ONU, AI, ONU Mujeres, han alzado enérgicamente la voz y se han realizado diversos foros para  discutir sobre ella. Incluso en México se han iluminado de naranja monumentos emblemáticos, pero respecto de la vinculación violencia de género-fibromialgia hay un mutis rotundo.  ¿Por qué ninguna feminista nacional o internacional habla de ello? ¿No merecemos que alguien se pronuncie sobre el hecho de ser  doblemente victimizadas? ¿ Acaso somos mujeres de segunda clase?    ¿Lo ignoran cómo expertas en él tema? Sin  esta vital contextualización su lucha dejaría mucho que desear.  Simplemente está incompleta.

Las historias dramáticas a las que nos enfrentamos las mujeres desde la   infancia (muchas incluso desde el vientre materno) y  el estrés sostenido de quien vive maltrato, golpes, humillaciones, amenazas, abuso sexual está derivando en un diagnóstico que no tiene punto de retorno. Una enfermedad orgánica,  compleja, grave y altamente incapacitante,  que –además- está desmembrando el tejido familiar y social. La violencia y la enfermedad cómo un matrimonio indisoluble y mortal.   
Pero no sólo esta violencia en muchos grados extrema es la génesis de la fibromialgia, -indiscutiblemente una enfermedad de género, 9 mujeres por cada hombre la padecen-. También es la perpetuadora y en gran medida el factor agravante de padecer su  versión más mortífera (me jacto de saber de lo que hablo, que se lo pregunten a mi retina y a mi cuerpo aún adolorido por los golpes frescos).

Las enfermas nos enfrentamos al crimen ultra-mega-archi-recontra organizado: la ignorancia maldita, la indolencia perversa y la indiferencia atroz,      que pasa por la pareja, hijos,  familia, amigos, enemigos, vecinos,  hombres, mujeres, conocidos, desconocidos,  médicos, instituciones, religiones y creencias, organismos de derechos humanos, feministas, activistas,  Ciencia  y medios.  Un contubernio letal que nos está llevando al matadero en vida.     Imposible  remontarlo  viviendo una extrema vulnerabilidad físico-emocional y sin  ningún apoyo.  Solas contra el Mundo. Si acaso dándonos ánimo de manera subrepticia en el Muro de los Lamentos Virtual. Esto,    producto de sufrir en carne propia una enfermedad ultra compleja de las que   están marcando el fin del paradigma vigente con él que se entiende y explica la Medicina actual y que por si fuera poco, en la mayoría de los casos configura una invalidez invisible.   ¡Vaya tamaño de reto el que habitamos!.

Mucho se habla de los feminicidios (8 mil asesinatos el sexenio pasado), pero se nos omite a las millones de Asesinadas por la Vida, a las que tenemos abrogados nuestros derechos y garantías por padecer una enfermedad no legalizada socialmente  Las que no podemos trabajar por su causa. Las que lo hemos perdido todo.  Las que habitamos la lastimosa ecuación a mayor  precariedad física, mayor   mendicidad  económica y más rotunda invisibilidad social.         Las malas madres que no pueden hacerse cargo de los hijos.  Las esposas fodongas que no procuran su casa (con todo y marido). Las mantenidas con “la vida resuelta”. Las que en resumidas cuentas nadie quiere ver y escuchar porque resultamos un fastidio para las buenas conciencias. Las emisoras infinitas de mala energía y peor vibra,  a las que hay que desechar en defensa propia. Las que debemos  aguantar con la frente en alto,  la doble perpetuación enfermedad-violencia/violencia-enfermedad si queremos seguir viviendo. Las que resumen su existencia con  historiales médicos kilométricos.   Las que sufrimos un daño moral  vitalicio que nos acompaña cómo sombra y flagela nuestra dignidad cómo mujeres, pues vivimos estigma y discriminación.  Si la violencia de género ocurre entre cuatro paredes, la fibromialgia nos equipara literalmente con el Hombre Invisible. No estamos en los dictámenes institucionales ni internacionales, tampoco ocupamos las primeras planas. Pero pese a todo, existimos.

Ambos flagelos tienen tintes pandémicos, si una es consecuencia de la otra. El panorama es demoledor.  Estamos urgidas de una Revolución Naranja y Azul (los colores distintivos de la violencia de género y la fibromialgia.) que  nos salven  porque aún violentadas y enfermas, también somos Seres Humanos. Y éste es nuestro llamado de auxilio.

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miércoles, 11 de diciembre de 2013

BIENVENIDOS

Soy una enferma de fibromialgia y encefalomielitis miálgica (síndrome de fatiga crónica) y algunas patologías añadidas. Hace 7 años me convertí en activista en México. El post que leerán a continuación es el producto de una investigación con centenares de enfermas de fibromialgia. No encontraba el sitio y el lugar correcto para publicarlo. Gracias a mi columna Por el Derecho a Existir en el periódico El Regional del Sur he decidido publicar esta primicia. 

El vínculo violencia de género y fibromialgia es prácticamente inexistente, fuera del documento que encontré.  Lo he consultado con activistas, feministas y expertos del tema  y sencillamente nadie lo sabe. Creo que ha llegado el momento de develarlo y con ello algunas cosas más...